domingo, 27 de febrero de 2011

Superficial.


Hoy he visto como la miraba. La miraba con los mismos ojos que le miro yo a él... ¿con los mismos? No según sus amigos. Por que todos la miran igual.
Pero yo he sentido como se ha quedado prendado de ella, y yo, con mi corazón sangrándome al momento, mi respiración y pulsación eclipsada, y sin aliento, lo pensé... A él nunca le gustarás de verdad. Por que, a quién intento engañar, no soy ella. No tengo su cuerpo, ni sus ojos, ni su cara, ni nada. 
Y eso es lo que más importa en una sociedad en la que somos todos superficiales e ignorantes, capaces de “querer” a alguien solo por su aspecto, no por su personalidad ni por cómo es como persona real. Y la gente se enamora de su fachada,  de, ¿cómo explicarlo? De cómo su sensualidad puede hipnotizarte. ¿Qué luego no te gusta? Da igual,  no importa, su imagen lo cambia todo.
Enamorarse de alguien sin conocerlo no es amor, es algo imposible, no existen los flechazos, nos hicieron creer eso para que, un día aburrido miremos a alguien atractivo y pensemos: ¿será amor a primer vista? Y te creas importante por haberlo conseguido. Luego habrá dos opciones: que te haga caso o que no. En los casos más frecuentes ha sido la segunda opción, y los de la primera han sido por que también tenían lo que a todos importa, la visión de una portada de revista, que solo es posible por genética y por horas de gimnasio.
Si no eres así en esta vida vas jodido.

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